¿Buscando los cuadros japoneses más influyentes e inspiradores? ¡Llegaste al lugar indicado! El arte japonés es uno de los más ricos y originales de la historia.
Debido a que el país estuvo durante muchos siglos totalmente aislado del resto del mundo, son muy pocas las influencias externas que se puede encontrar en los cuadros japoneses mejor valorados por los expertos en arte.
Únicos en su especie, los pintores japoneses son los responsables de algunas de las obras de arte más originales de una época en la que en el resto de países se seguía una corriente bastante similar.
Mucho más que las propias pinturas japonesas, son los propios artistas que las crearon los mayores objeto de estudio dentro de la historia del arte.
¿Sabes cuáles son estos artistas japoneses tan importantes? ¿Te gustaría aprender más sobre su obra y cuáles son sus cuadros más famosos? ¡Te lo contamos con detalles!
Descubre qué obras de arte famosas procedentes de Japón debes conocer para seguir ampliando tus conocimientos sobre la cultura nipona, adentrándote en la vida de los mejores artistas tradicionales, antiguos y modernos.
Arte japonés en la historia
Antes de centrarnos en los cuadros de artistas japoneses, cabe dar unas pequeñas pinceladas en historia del arte japonés para ponernos en contexto.
Los primeros cuadros decorativos japoneses de los que se tiene información se remontan a 10.000 años antes de Cristo, y aunque no se conservan, han mantenido parte de su esencia tradicional.
Si te fijas bien, los cuadros con motivos japoneses de algunos siglos atrás hay seguido un estilo muy lineal. La gran mayoría son cuadros clásicos de paisajes, donde abundan los detalles como árboles (cerezos japoneses), flores y otros elementos de la naturaleza que se asocian estrechamente con la cultura del país.
En los primeros siglos, los cuadros japoneses fueron adquiriendo la estética típica de otras culturas cercanas como China o Corea del Sur. De ellos vinieron técnicas de pintura, conceptos, materiales y estilos muy marcados, que con el paso de los años los japoneses los hicieron suyos.
Sin embargo, en una época muy oscura en la que el país se cerró a cal y canto ante la entrada de cualquier influencia externa, fue cuando se elaboraron la mayoría de pinturas orientales famosas.
Estas son consideradas en la actualidad como las obras más importantes de la cultura nipona, con unas características totalmente diferentes a las que presentan el resto de culturas orientales.
Cuadros japoneses famosos que debes conocer
A pesar de que son cientos los cuadros japoneses antiguos que bien merecen un lugar en el ranking o lista de las mejores obras de arte de todos los tiempos, hay pinturas japonesas que por uno u otro motivo se han hecho más famosas por encima de las demás.
Ya sea por la época en la que fueron pintadas, por la técnica utilizada, la importancia de su autor, o el motivo representado, cualquier amante del arte interesado en la pintura japonesa tradicional y moderna debería conocer los siguientes cuadros orientales:
La gran ola de Kanagawa – Katsushika Hokusai
Cuando pensamos en cuadros japoneses famosos, el primero que se nos viene a la cabeza es ‘La gran ola de Kanagawa’. Famoso en todo el mundo, y expuesto en la actualidad en el Metropolitan Museum of Art de Nueva York, es uno de los cuadros más influyentes dentro del género Ukiyo-e.
Este tipo de cuadros japoneses corresponde a una serie de estampas típicas japonesas que se elaboraron entre los siglos XVII y XX. La corriente se extendió como en Europa, en los principales centros urbanos del país, como la antigua Edo (actualmente Tokyo), Kyoto y Osaka.
El autor de esta obra fue el pintor japonés Hokusai. Data nada menos que del año 1829, justo en un periodo en el que el país llevaba mucho tiempo aislado del mundo, y las pinturas se centraban en motivos japoneses para ensalzar su propia cultura.
Aunque la ola es el elemento más llamativo del cuadro, no es el único detalle destacable. En la obra se aprecia un mar embravecido que ataca a los barcos de pescadores de la isla de Kanagawa, y de fondo se ve el Monte Fuji en un segundo plano y casi imperceptible por presentar los mismos colores que el mar.
Fuji Rojo – Katsushika Hokusai
Dentro de las obras de Hokusai, aunque ‘La gran ola’ es la más conocida, hay otros muchos cuadros japoneses de gran valor artístico e histórico. Otro de los más famosos, perteneciente a la misma colección de la serie ’36 visitas al Monte Fuji‘, es el cuadro de ‘Fuji Rojo’.
Tal y como su nombre indica, es la representación de la montaña más famosa de Japón con un precioso color rojo fuego. En la cima se pueden ver vetas de nieve, quizás en el deshielo en plena primavera, y en la base una frondosa vegetación verde en contraste con el cielo azul con nubes.
Destacan los colores básicos, mostrando una pureza y simplicidad que contrasta con el resto de obras de la época, en la que en pleno periodo Edo se hacían cuadros más centrados en actores y mujeres bellas.
Hokusai llevó el arte a su propio terreno, con un estilo que coincidía con los grandes artistas occidentales de la época como Van Gogh o Monet, sin ni si quiera tener contacto con el exterior.
Con más de 34.000 obras de arte a su nombre, este artista tiene un amplio reperterio de obras artísticas que se pueden visitar en prácticamente todos los museos de arte del mundo. Otras de las más famosas son ‘El dragón de humo escampando del Monte Fuji’, ‘Río Tama en Musashi’, o ‘La costa de Kamakura’.
Tigre – Kawanabe Kyosai
De la misma época, pero con un estilo totalmente diferente, una de las obras más conocidas del pintor japonés Kyosai es su grabado de ‘Tigre’. Toda su vida vivió como un artista. Hijo de un famoso samurái, no siguió los pasos de su padre, ya que desde bien pequeño estuvo interesado en la pintura.
Este cuadro japonés data del año 1878, y representa a la perfección el arte de la época. Pintado sobre un lienzo sencillo, el tigre de características orientales está representado con sombras en acuarela y tinta, aplicando una técnica exquisita.
La especialidad de Kyosai era pintar personajes y animales en movimiento, con una exactitud increíble. Esto le valió para convertirse en el artista más destacado del siglo XIX, cuando el país estaba todavía sumido en el aislamiento, pero se resistía a dejar de lado sus tradiciones más ancestrales.
Además de estos grabados en acuarela, el pintor fue un rebelde de que hacía caricaturas de los líderes políticos. Muchos de sus trabajos son parte de la historia de Japón, y se conservan en los museos de arte e historia más importantes de oriente y occidente.
Tres bellezas de nuestros días – Kotagawa Utamaro
También conocido por el nombre de ‘Tres bellezas del presente’, o ‘Tres bellezas de la era Kansei’, esta espectacular obra de Utamaro publicada alrededor del año 1793 es la mejor muestra de arte tradicional de la época en la que vivió el artista. El cuadro representa a 3 mujeres con kimono y peinados típicos de Japón, con gran cantidad de detalles.
Pero estas mujeres no son anónimas. En la composición aparecen 3 bellezas de la época como son la geisha Tomimoto Toyohina, y las trabajadoras de la casa de té Naniwaya Kita y Takashima Hisa. Mujeres que le sirvieron de modelo para pasar a la posteridad en un cuadro de gran relevancia.
Este artista pertenece también al movimiento Ukiyo-e, o ‘pinturas del mundo flotante’, que se realizaban durante el periodo Edo. Cada pintor hacía sus obras a su manera, aunque como Utamaro, había algunos artistas que destacaban por practicar una técnica diferente.
Concretamente este cuadro fue uno de los primeros del artista, al que le siguieron otros similares en los que era frecuente ver a las mismas modelos. ¿Cómo podemos saber quién era cada una de ellas? La respuesta es sencilla: cada mujer lleva sus ropas adornadas con un kamon, una especie de imagen o emblema que la representa.
Otani Oniji III – Toshusai Sharaku
El ‘Otani Oniji III’ es una de las ilustraciones japoneses antiguas más famosas dentro de la cultura nipona. Esta obra de arte ha dado la vuelta al mundo. Pero no demasiadas personas conocen su procedencia ni el significado que quiso darle el artista Sharaku.
Expuesta en el Metropolitan Museum of Art de Nueva York, esta pintura es uno de los más grandes referentes de un género particular que se puso de moda en la época de los grabados ukiyo-e. Muchos artistas representaban a los actores del teatro kabuki, inmortalizándolos sobre el lienzo para la posteridad.
Otani Oniji fue el más grande de los maestros del kabuki, o teatro tradicional japonés. Sharaku lo pintó en este cuadro representando al personaje Yakko Edobe, con una precisión muy destacable que muestra los típicos gestos que hacen los actores sobre el escenario.
Experto en pintar a los actores con una gran expresividad, captando el momento exacto en plena actuación en directo, sus obras están fechadas entre 1794 y 1795. Su carrera artística fue corta pero intensa, dejando un legado de gran valor histórico y cultural para su país y para el resto del mundo.
Amanecer sobre el Mar Oriental – Fujishima Takeji
Fujishima Takeji fue uno de los principales pintores de principios del siglo XX que trabajaría para el Emperador Showa. Entre sus encargos principales destacaban obras paisajísticas para la decoración de las diferentes salas privadas de la familia imperial. Para ello creó el cuadro titulado ‘Amanecer sobre el mar Oriental’.
Aunque parezca un cuadro sencillo, tanto el significado como el proceso de creación de la obra esconde mucho más. Esta escena representa la ascensión al poder del emperador, con la salida de un sol rojo brillante sobre el mar de Japón.
Takeji se pasó varios años viajando por todo el país hasta encontrar con el escenario perfecto para representar el amanecer que tenía en mente. El cuadro fue pintado en el año 1932, concretamente desde las costas de las islas del sur del país, en una época en la que Taiwán pertenecía a Japón.
Rica en matices y pequeños detalles que evocan el reinado de un gran emperador, en el cuadro se aprecia un mar en calma y un cielo despejado, con el único detalle de un solitario velero que rompe con la monotonía de la escena. ¡Increíble!
El gran ciprés – Kano Eitoku
Mucho más antigua que la obra de Takeji, es este impresionante cuadro pintado sobre un biombo de madera y papel. Con unas medidas de 170 cm de alto y 460 cm de ancho, toda la superficie está cubierta con pan de oro, sobre el que se representan las sinuosas formas de las ramas del árbol.
Eitoku fue el bisnieto de Kano Masanobu, creador de la escuela de pintura Kano, de suma importancia durante el periodo Azuchi-Momoyama. Residente en Kyoto desde mediados hasta finales del siglo XVI, fue principal decorador de las salas de los mayores castillos japoneses, como el castillo de Osaka.
Además de cuadros, destacó en la pintura sobre papel para hacer biombos. Estos estaban decorados con paisajes naturales, donde predominaban los árboles y flores típicas japonesas, además de criaturas mitológicas del folklore nipón.
Su obra más rica y destacada, por la complejidad y el uso de materiales de lujo, es la de ‘El gran ciprés’, que fusiona el estilo pictórico chino con antiguas técnicas japonesas a base de tinta y pigmentos. Muy pocas de sus obras se han conservado hasta nuestros días. Lo que las dota aún de mayor importancia dentro de la historia de Japón.
Un sabio leyendo en una ermita en un bosque de bambú – Tensho Shubun
Conocida también como ‘Leer en un bosque de bambú’, esta obra de 1446 es una de las más antiguas que se conserva en Japón. Se encuentra en el Museo Nacional de Tokio, y está catalogada como Tesoro Nacional de Japón.
Tiene cierto parecido a los cuadros japoneses de la época, pero con unas características de lo más particulares. El cuadro fusiona la estética de las obras chinas, fusionando el paisaje con una poesía, pintados sobre una gruesa hoja de pergamino.
Durante muchos años, la obra fue propiedad de un monje de un templo de Kioto. Sin embargo, su autoría se atribuye a Tensho Shubun, otro monje de un templo cercano que vivió en el Periodo Muromachi.
Shubun se formó como pintor en Corea hasta que volvió a su país natal, Japón, estableciéndose en Kioto cuando era capital de imperio. Allí se especializó en pintura a tinta sumi-e, creando diferentes obras de las cuales se tiene testimonio, pero no todas se han logrado conservar o se ha logrado probar su autoría.
Sansui Chokan – Sesshu Toyo
‘Sansui Chokan’ se traduce como ‘Pergamino largo de paisajes’, y como su nombre indica, se trata de un largo pergamino de papel que representa una escena de bosque típico japonés, con árboles y casa tradicionales.
Esta es la pintura más famosa de Sesshu Toyo, y uno de los cuadros japoneses más importantes de la historia. Procedente también de una familia samurái, desde pequeño mostró un gran interés por el arte, desarrollando un talento natural muy valorado por los señores feudales de la época.
El pergamino fue pintado nada menos que en el año 1486, en la última etapa de su vida. Mide 15 metros de largo, y en él se pueden ver las diferentes estaciones del año, con detalles preciosos pintados en tinta monocromática.
Con un característico toque clásico de las obras chinas, se nota que el autor comenzó su carrera como artista en el país vecino, aunque poco a poco fue desarrollando su propio estilo. Si bien el arte chino es más marcado en sus primeros cuadros, al final de su vida ya habría creado una estética diferente, que fue fuente de inspiración para los futuros pintores.
Arce – Hasegawa Tohaku
Con un estilo que recuerda a la obra de Kano Eitoku, Tohaku tiene otro de los cuadros japoneses más interesantes de la historia del arte en el país del sol naciente. Comenzó su carrera haciendo pinturas de estética budista, para después especializarse en pinturas decorativas rivalizando con el propio Eitoku.
Su estilo también se basaba en el uso de tinta china sobre pergamino y papel, decorando puertas japonesas y biombos con gran maestría. Hasta tal punto llegó su fama, que creó su propia escuela de pintura en el periodo Azuchi-Momoyama a finales del siglo XVI.
La obra ‘Arce’ representa un paisaje donde el principal protagonista es un árbol decorado con otras plantas y flores. El conjunto está formado por un biombo de 4 paneles, decorado con pan de oro y acuarelas de colores mezcladas con tinta para aumentar la intensidad de los trazos.
Con la práctica, Tohaku se hizo expertos en crear volúmenes a través de diferentes capas de sombreado, dotando a sus obras de un gran realismo. Este cuadro es sin duda uno de los mejores exponentes del manejo tan particular de las pinceladas.
Calabaza – Yayoi Kusama
Aunque hay muchas más artistas femeninas que han pasado a formar parte de la historia de Japón, una de las mujeres más importantes en la época moderna es Yayoi Kusama. Conocida por su escultura japonesa de calabazas, hace otros tipos de obras como cuadros japoneses en los que destaca este mismo objeto como protagonista.
Según testimonios de la artista, cuando tenía tan solo 10 años de edad tuvo un ataque de alucinaciones en las que veía calabazas punteadas con formas de lo más variopintas. A partir de ahí comenzó a desarrollar la mayor expresión de arte japonés moderno, con obras que se podrían catalogar como auténticas ilusiones ópticas.
Hay quien la compara con la artista japonesa Yoko Ono, pero Yayoi Kusama ha experimentado con otro tipo de arte japonés. Entre sus trabajos abstractos se incluyen escultura, pintura, escrituras y muestras de performance, que se exhiben tanto dentro como fuera de Japón.
Los cuadros japoneses de Kusama se pueden visitar en la Galería Nacional de Arte, en el Museo de Arte de Baltimore, el Instituto de Arte de Chicago, e incluso en el MoMA de Nueva York. ¡No te los puedes perder!
A.K.A. Gero Tan: Noah’s Ark – Takashi Murakami
La particular versión del ‘Arca de Noé’ de Takashi Murakami es uno de los cuadros japoneses de arte abstracto más interesantes en la actualidad. Conocido por sus colaboraciones en moda y sus características margaritas de colores sonrientes, este artista ha tocado casi todo los palos dentro del diseño y el arte.
Nació en Tokio, criándose durante su infancia con una gran pasión por el manga y las series de anime. Aunque probó con el arte de la animación japonesa, pronto se dio cuenta de que podía hacer mucho más. Fue entonces cuando comenzó a practicar con la pintura y la escultura, para después pasarse a la arquitectura y la moda.
Su salto a Nueva York fue en el año 1994, donde fusionó el arte japonés con el arte occidental, creando nuevos conceptos únicos. En poco tiempo ha colaborado con diseñadores de moda como Marc Jacobs o Louis Vuitton.
Aunque hay quién cataloga su obra ‘Noah’s Ark’ como muy del estilo de Dalí con un toque de El Bosco en su ‘Jardín de las delicias’, destaca su uso del color y la creación de figuras mágicas inspiradas en el folklore japonés y sus amados mangas de los años 60 con los que creció.
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(っ◔◡◔)っ Última actualización de esta publicación el 21 diciembre, 2021 por Pili Rodriguez ♥
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Apasionada de los viajes y completamente enamorada de Japón. Ya son 3 veces las que he visitado Japón. Nunca un país me conquistó tanto. Únete a nuestro grupo de Mochileros en Japón en Facebook o a nuestro grupo de Whatsapp e interactúa con otros viajeros. ¿Tienes alguna pregunta? Entra en los grupos y resuelve tus dudas con otros usuarios 🙂